Piloto automático
El piloto automático de los aviones existe Es un sistema para guiar la aeronave sin que el piloto coja los mandos Te explicamos cómo funciona y cómo debe usarse
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Junto con la aerodinámica, la velocidad es el otro factor esencial para que un avión pueda volar. Si un avión no pudiese alcanzar cierta velocidad sería imposible levantar sus 200/300 toneladas de peso del suelo y sostenerse en el aire.
Los pilotos deben saber, en todo momento, la velocidad a la que se mueven en la masa de aire que rodea a la aeronave. Para ello se utiliza un aparato denominado anemómetro que para calcular la velocidad emplea dos valores: la presión total y la presión estática. Estas presiones se obtienen gracias al tubo de pitot, un saliente situado en la parte inferior del ala del avión, fuera de la capa laminar. La resta de estas dos presiones da como resultado la presión dinámica, necesaria para determinar la velocidad.
Para que su comprensión sea más fácil, el anemómetro presenta una escala de colores:
Al hablar de la velocidad de un avión, hay muchos factores a tener en cuenta como son los vientos, la ruta y, por supuesto, las especificaciones técnicas de la aeronave.
Al igual que en la navegación marítima, la velocidad de un avión se mide en nudos (1 nudo=1,85 kilómetros por hora). No obstante, en aeronáutica, la velocidad se calcula en relación al número Mach. Este número permite expresar la velocidad de un objeto no de forma absoluta en km/h sino tomando como referencia la velocidad del sonido la cual varía dependiendo de las condiciones de la atmósfera.
Los aviones actuales están lejos de alcanzar la barrera del sonido, situada en los 1.234 km/h, aunque se han notificado vuelos comerciales que han superado esta velocidad gracias a las corrientes de aire.
Como norma general, la velocidad de los aviones de pasajeros gira en torno a Mach 77, lo que equivale a unos 860 km/h o 14 kilómetros por minuto.
Entre los aviones comerciales, los más rápidos actualmente son el Airbus A330Neo con una velocidad máxima de 1.061 km/h y el B788, de Boeing, que alcanza los 1.051 km/h. Todo esto, por supuesto, en condiciones de vuelo específicas e ideales.
Como ya hemos dicho, en condiciones normales, un avión viaja a una velocidad media en kilómetros de unos 885/ 933 km/h. Sin embargo, para alcanzar la altitud, velocidad de crucero y, posteriormente bajar con seguridad, debe pasar antes por diferentes fases con sus respectivas velocidades.
Para que un avión despegue es necesario una carrera previa a la velocidad apropiada que le proporcione el impulso para elevarse del suelo. La velocidad a la que despega un avión se calcula en base al peso total de la aeronave (incluida la carga, el pasaje y el combustible), el viento, las características del aeropuerto y las condiciones meteorológicas.
Siempre que sea posible, los despegues deben hacerse contra el viento porque:
En general, la velocidad promedio de los aviones comerciales en carrera de despegue está entre los 250 y los 300 km/h. La maniobra consta de varias fases con velocidades diferentes que marcan su desarrollo hasta alcanzar un ascenso seguro. Estas son:
Al igual que en el despegue, el peso total de la aeronave, el viento, las características del aeropuerto y las condiciones meteorológicas, son factores esenciales para calcular la velocidad a la que habrá que tocar tierra.
En la aproximación a la pista, la velocidad se bajará gradualmente hasta el punto en el que sea seguro que el tren de aterrizaje entre en contacto con el suelo sin saltar por los aires. El avión desplegará los flaps, creando resistencia con el viento y ayudando a disminuir la velocidad hasta los 240/250 kilómetros por hora en el momento de tocar tierra, frenando rápidamente hasta alcanzar una velocidad que le permita abandonar la pista de forma segura en el menor tiempo posible.
Los aviones tienen limitada su velocidad máxima por varios factores. El primero de ellos es el tiempo límite durante el que los motores pueden funcionar a máxima potencia. Por otro lado, a bajas altitudes la velocidad máxima dependerá de limitaciones estructurales mientras que, a gran altitud la limitación será por motivos aerodinámicos. Por ejemplo, el Airbus A320 no puede superar en crucero la velocidad de M.79 y los aviones de aviación general tienen más limitada su velocidad máxima. Así, la Administración Federal de Aviación (FAA, siglas en inglés), responsable por la seguridad y las regulaciones de aviación, publica las certificaciones de cada marca y modelo de avión operativo alrededor del mundo, en las que se indican sus velocidades de vuelo mínimas y máximas.
Como norma general, los aviones comerciales vuelan en torno a M.77, lo que equivale a unos 860 km/h o 14 kilómetros por minuto. Una excepción era el Concorde, el avión de pasajeros más rápido que ha existido, que alcanzaba velocidades en crucero de hasta 2.35 Mach o lo que equivale a 41 kilómetros por minuto.
Sin embargo, el avión más rápido de la historia ha sido el caza Lockheed SR-71 ‘Blackbird’, alcanzando 3540 kilómetros por hora, o lo que es lo mismo, casi un kilómetro por segundo.
Durante un vuelo, desde la salida del aparcamiento para iniciar su viaje hasta aparcar en destino, un avión comercial alcanza diferentes alturas y velocidades.
Rodaje o Taxi
Se llama “rodar” al movimiento de la aeronave en tierra por la pista de rodadura hasta posicionarse en la pista principal para despegar y desde que sale de ella cuando aterriza. Es un desplazamiento lento, a una velocidad promedio entre 35 y 60 km/h.
Carrera de despegue
Es el recorrido que hace el avión a lo largo de la pista antes de levantar el vuelo. La velocidad media de los aviones comerciales en carrera de despegue está entre los 250 y los 300 km/h.
Velocidad de crucero
La velocidad de crucero es la que el avión alcanza en la etapa del vuelo entre el final del ascenso y el inicio del descenso hacia el aeropuerto de destino, cuando se encuentra a una altura entre 9.100 y 12.400 metros (30 mil y 41 mil pies). En ese momento, los aviones llegan a 850 km/h de promedio.
Aterrizaje
Aproximadamente cinco minutos antes de aterrizar, comienza la maniobra de aproximación, a una velocidad promedio de 380 km/h. En la trayectoria de descenso, el avión reduce la velocidad a alrededor de 270 a 240 km/h, que es la velocidad a la que el avión tocará el suelo de forma segura.
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