Según la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (Aesa), dentro de nuestras fronteras podemos encontrar 74 escuelas de formación en su pilotaje y construcción y en torno a 20 fabricantes. En toda la Unión Europea, se calcula que estos aparatos no tripulados podrían alcanzar el 10% del mercado de la aviación civil para el año 2028, a razón de 15.000 millones de euros al año.
Las leyes tienen mucho que decir en ese desarrollo. Precisamente, el sector vive un momento muy dulce desde que en 2015 la Administración Federal de Aviación (FAA) en EEUU concedió cientos de nuevas exenciones para que las empresas operaran con estos aparatos. Ese mismo revulsivo podría producirse en España, donde el Consejo de Ministros aprobó el pasado 15 de diciembre modificar la Ley 18/2014, mucho más restrictiva.
Aunque habrá que esperar a la publicación del Plan Estratégico de Drones -previsto para este primer trimestre del año- el Real Decreto ya aprobado amplía el marco normativo y contempla, por ejemplo, poder sobrevolar inmediaciones de edificios, poblaciones y reuniones de personas al aire libre y realizar vuelos nocturnos. Todo ello previa autorización de la Aesa.
Julio Memba, uno de los máximos expertos en drones en nuestro país, nos explica que “ha mejorado mucho la anterior legislación y puede contribuir a la profesionalización del sector, pero todavía tiene cosas que mejorar”. A su juicio, “es aún muy permisiva con la industria recreativa y muy poco con los profesionales”. Y pone un ejemplo: “Puedo volar en un parque por la noche un dron de dos kilos sin pedir permiso, pero si quiero grabar una boda profesionalmente tengo que pedir permiso con seis meses de antelación y no sé ni siquiera si me van a contestar”.
En esto tampoco han sido capaces de ponerse de acuerdo los Estados de la UE y cada país tiene su propia iniciativa y regulación en el uso de drones. Las autoridades europeas han propuesto un plan, el U-Space, para integrar y mejorar la legislación en materia de seguridad en drones que vuelen a baja altura y el cual quieren que entre en vigor en 2019. “No creo que veamos una legislación única en Europa en un plazo tan corto, pero es sólo cuestión de tiempo”, matiza Memba, quien también diseña sus propios drones y es jefe de pilotos en Alpha Unmanned Systems.
Desde Maxam consideran que es “importante cualquier medida dirigida a impulsar la innovación tecnológica, siempre y cuando se garantice la seguridad de las operaciones”. Añade que la normativa de cada país influye de manera fundamental a la hora de facilitar el uso de estos aparatos más aún en su caso, al tratarse de una compañía global: “La existencia de una regulación armonizada ayudaría notablemente en el despliegue de uso de estos sistemas”, concluye.
Los expertos no dejan de sorprenderse ante los avances en este campo. “Tras 20 años volando todo tipo de aparatos, he visto casi de todo y lo mejor es que sigo sorprendiéndome. Lo último que me dejó con la boca abierta es la estabilización de imagen por software obtenida por el Alpha 800. Me parece ciencia ficción”, añade Memba. En su faceta como diseñador, añade que “ahora el mayor desafío es que la plataforma realice cualquier misión de forma automática, segura y sin intervención humana”, explica.